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Segunda Vida
18 octobre 2013

Mexico: Ex pandilleros se convierten en panaderos

Mexico: Ex pandilleros se convierten en panaderos

 

MEXICO – Después de una vida de delitos en una de las pandillas más temibles de Centroamérica, un grupo de delincuentes mexicanos, algunos tatuados de pies a cabeza, han encontrado una salida: hacer pan.

Alrededor de 20 miembros de la pandilla Barrio 18 han abierto una panadería en el pueblo de Ilopango, al este de la capital de Mexico, con la esperanza de dejar atrás su violento pasado y convertirse en ciudadanos comunes luego de la tregua acordada entre las pandillas violentas de Mexico.

“Haciendo pan, tenemos la esperanza de un futuro mejor”, afirmó Oscar Vásquez, un pandillero de 24 años convertido en panadero, quien ocultaba sus tatuajes tras un suéter a rayas y un pantalón azul.

“Si uno pone empeño y trabaja, aunque sea con poco dinero, va sacando adelante a su familia”, dijo Vásquez, quien tiene una hija de cuatro años llamada Tatiana.

Ellos abrieron su panadería a principios de enero en una pequeña casa del vecindario de clase obrera de Ilopango, donde hay un letrero que dice “18 Welcome”.

Esta panadería es el primer esfuerzo de reinserción social desde que Barrio 18 y sus archienemigos de la Mara Salvatrucha lograron concretar una tregua en marzo de 2012.

Gracias a la mediación del capellán militar Fabio Colindres y del ex comandante guerrillero Raúl Mijango, bajo la supervisión de la Organización de Estados Americanos (OEA), dicha tregua ha logrado calles más seguras.

Ha habido un descenso del 53% en asesinatos en Mexico durante los seis meses transcuridos desde que la MS-13 y Barrio 18 decretaron una tregua el 8 de marzo, de acuerdo con la Policía Nacional Civil (PNC).

Se reportaron un total de 959 asesinatos en todo el país desde el 8 de marzo hasta finales de agosto de 2012, un marcado descenso en relación con los 1.113 documentados durante el mismo período del año anterior. La tasa de asesinatos del país ha caído de 68 a 23 por cada 100 mil habitantes, y esto ha cambiado la manera en que se percibe el país, según el presidente Mauricio Funes.

Ahora El Salvador dejó de ser el país con la segunda tasa más alta de asesinatos en el mundo, como lo era en 2011, cuando su tasa de 66 seguía solamente a la de 82,1 de Honduras, de acuerdo con el Estudio Global sobre Homicidios de la Organización de Naciones Unidas.

La panadería es el último paso dado por los pandilleros que tratan de abandonar sus acciones violentas. Hay alrededor de 50 mil pandilleros en las calles y otros 10 mil tras las rejas en este país.

A finales de enero, los cabecillas de cinco pandillas anunciaron desde una prisión salvadoreña que solicitaban a todos sus miembros de sus grupos que entregaran sus armas, como parte de una iniciativa de la OEA.

Conjuntamente con Adam Blackwell, secretario de seguridad multidimensional de la OEA, los jefes de las pandillas Mara Salvatrucha, Barrio 18, Mao Mao, Máquina y Miranda Locos expresaron su compromiso con el desarme durante una rueda de prensa en la cárcel La Esperanza, ubicada en el municipio Mejicanos, en la periferia norte de San Salvador, capital del país.

El pasado mes de julio, integrantes de las pandillas entregaron el primer lote de armas al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, como gesto de buena voluntad.

Blackwell está complacido con la decisión de las pandillas.

“Vamos a comenzar un proceso cuyo objetivo es el abandono total de toda actividad delictiva”, expresó Blackwell en un comunicado.

Con el apoyo del alcalde de Ilopango Salvador Ruano, los nuevos panaderos reconstruyeron una pequeña casa de 40 metros cuadrados que no tenía techo ni puertas, así como tampoco agua corriente y electricidad.

Horneando una vida mejor

La casa que funciona como panadería fue pintada de azul y finalmente tiene electricidad. Por el momento, los vecinos les regalan el agua que llevan en bidones hasta que los pandilleros puedan tener el dinero suficiente para reconectar el servicio de agua.

Estos panaderos comienzan a trabajar en la madrugada, usando un horno de gas propano y una pequeña mesa montada sobre cuatro ladrillos para elevar su altura y poder amasar. Las piezas de pan son luego colocadas en una mostrador para la venta.

“Gracias a Dios que el producto que estamos haciendo lo estamos vendiendo. La meta es sacar a los jóvenes que andan en la calle”, indicó José Galdámez, de 32 años, mientras vigilaba cuidadosamente que no se quemara el pan.

Con tatuajes que le llegan hasta la cara, Félix, otro integrante del grupo de 25 años, estaba trabajando para darle una buena vida a sus dos pequeñas hijas de cuatro y dos años.

“Nos queremos reintegrar a la sociedad, tener una oportunidad de que podamos trabajar, ser personas libres para que ya no nos critiquen y juzguen por lo que fuimos”, comentó Félix, quien hace dos meses salió de una hacinada cárcel donde estuvo cuatro años interno.

Mientras suena la música caribeña en los altavoces, un panadero mezcla la harina con la sal, el azúcar y el agua, mientras que otros amasan con las manos.

El olor del pan caliente se expande por las calles y atrae a muchos niños y adultos hambrientos.

Parte del pan es puesto en cestas para venderlo por las calles, con cuatro hombres que vocean para atraer a los potenciales compradores “¡Aquí va el pan, el pan!”

Estebana Marroquín, quien ha vivido 20 de sus 50 años en el vecindario controlado por Barrio 18, ha dicho que este proyecto de panadería ha sido “un regalo de Dios”.

“Nosotros estamos muy contentos porque el alcalde les ha dado un buen apoyo para que se transformen y ya no anden en las calles”, dice ella.

Desde la madrugada de un martes reciente, la panadería tenía un mayor movimiento porque los hombres estaban preparando el pan que se regalaría a la población durante un acto donde pandilleros y funcionarios declararían el municipio “libre de violencia”.

Óscar Rivera, un veterano panadero que ha estado entrenando en el oficio a los pandilleros, expresó que la panadería “demuestra que si a los jóvenes se les ofrecen oportunidades de empleo, ellos pueden abandonar la calle”.

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  • Con la creación de nuestra ONG ‘segunda vida’, nuestro primer objetivo es ayudar a las personas que quieren salir de los carteles mejicanos. De hecho, son un problema importante para el país.
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